Hablando en el Desierto

“Cuando en 2000 hablaba de innovación me sentía hablando en el desierto”, dice Andrés Weintraub. La efervescencia crítica en torno al rol de la institucionalidad científica en Chile es algo inédito y antecede a la decisión política de reforzar la innovación mediante un eventual traspaso ministerial del Consejo Nacional de Investigación y Tecnología. 

Mientras las autoridades nacionales llaman a iniciar un cambio cultural en el año de la innovación -2013-, periódicos internacionales dan tribuna a las opiniones del movimiento social y científico + Ciencia para Chile y se han expandido temas y conceptos que antes eran abordados sólo por expertos.
En este contexto hemos querido conocer la opinión Andrés Weintraub, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y miembro del Consejo Nacional para la Innovación y la Competitividad, CNIC en torno al rol de la ciencia y la innovación para el desarrollo. El académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y Director del ISCI hace un análisis crítico de la ciencia en Chile, desde la institucionalidad al mundo privado.

¿Cuál debiese ser el rol de la ciencia en la sociedad?

La ciencia tiene dos roles fundamentales, uno es práctico: la sociedad avanza en gran parte con innovación y tecnología, pero sin ciencia básica éstas no existen; es un eslabón continuo, aunque demore un siglo antes de una idea pase a tener importancia aplicada. Sin la ciencia básica no habría desarrollo tecnológico en el mundo. El ciclo parte en la formación de ciencia básica, continúa con la ciencia aplicada, la innovación, el emprendimiento y las aplicaciones.

El segundo fundamento es cultural. ¡Qué sería del mundo sin la astronomía! Aunque hasta el momento nadie le ha encontrado ninguna utilidad al conocimiento sobre el Big Bang… El ser humano quiere saber qué pasa en el Universo y en el fondo del mar, aunque esto no considere aplicaciones inmediatas. Es como el teatro, que existe aunque no tenga una utilidad práctica sino cultural. La ciencia básica es una cultura, una forma de pensar.

La curiosidad que despierta el conocer e ir enlazando saberes, es una forma de pensar que se despliega por medio de distintas disciplinas.

¿Cuáles son los roles de cada agente en la visión tradicional de la ciencia: los científicos, la gente, la autoridad?

Siguiendo con la metáfora de la obra de teatro, los científicos básicos son los actores, la escenografía la ponen los jefes de laboratorio y computación. Pero sin público, no hay teatro. Si la sociedad no se interesa en la ciencia, no sabe lo que está pasando y no hay divulgación, difícilmente la ciencia continuaría como algo potente. Esto porque es finalmente la sociedad la que define el financiamiento por medio de sus autoridades. Las autoridades perciben que la ciencia básica es necesaria para el avance de la tecnología, pero también consideran la medida en que la sociedad está interesada en ello.

¿Qué debió ocurrir para que se creara un movimiento social para la ciencia en Chile? ¿Qué faltaba en esa visión tradicional? 

Esto viene de más atrás. Nosotros  (científicos, ingenieros) venimos diciendo hace 20 años que sin innovación, tanto en ciencia básica como aplicada, Chile no va a progresar. Mirando el mundo uno se da cuenta que no hay prácticamente ningún país que haya salido del subdesarrollo sin una fuerte inversión y progreso en ciencia básica, ciencia aplicada e innovación. 

Recuerdo haber estado hablando de innovación en el año 2000 y me sentía hablando en un desierto. Pero algo ocurrió hace ocho a diez años, que el sector político-público captó el que esto era necesario y eso explica la importante curva de crecimiento en innovación. Hoy el término innovación está en la boca de todos, el próximo año es el año de la innovación. 

El Estado dio un impulso importante por medio de los centros de excelencia y otras iniciativas de financiamiento creciente a la ciencia y la tecnología, además de planes de fomento para que las empresas sean más innovativas. Precisamente ese es uno de los problemas que detectamos en el  CNIC: cómo hacer que las empresas sean más innovativas. Habiendo avances, aún estamos lejos de niveles aceptables de innovación en las empresas.

En este sentido ¿Cómo ha funcionado la  Ley de Incentivo Tributario a la Inversión Privada en Investigación y Desarrollo?

Es muy bueno, pero ha tenido un bajo impacto. En el ISCI hubo un par de proyectos, pero para que un programa como este tenga impacto, es necesario medirlo en centenas de millones de dólares. 

Creo que la cultura chilena es poco innovativa: somos tímidos, el fracaso nos duele demasiado, las leyes de quiebra son muy complicadas; todo lo cual va frenando a un potencial innovador. En otros países, como Estados Unidos, el fracaso, sin fraude, es bien mirado; se premia el esfuerzo. Acá el fracaso es mal visto, lo que conspira contra la gente joven innovativa. Además, lo pequeño del mercado también conspira contra el desarrollo de proyectos innovativos que si bien tienen alta tasa de fracaso, esto se compensa con el alto retorno de los proyectos exitosos.

¿Cómo se puede cambiar esta timidez que nos aleja de la arriesgada aventura de innovar?

Partir por la educación. Crear programas en colegios que haga a los niños aventurarse y creer que el fracaso no es algo grave. La mentalidad puede cambiar.

Países innovativos como Israel, tienen una buena base en salud y educación asegurada. ¿Se necesita para innovar tener un colchón donde caer ante un eventual fracaso?

El tema va más allá de eso. Los países innovativos tienen, además de una buena base formativa, una estructura que incentiva la innovación por medio de planes de apoyo estatales; como se está introduciendo en Chile, además de una estructura de apoyo a la sociedad; a través de inversionistas “ángeles”, una estructura de apoyo en gestión, técnicas complementarias y canales de comercialización que son indispensable.

¿Podrías definir innovación?

Hay muchas definiciones. La innovación implica llevar una idea, desde la ciencia básica y  aplicada, a proyectos y propuestas que puedan ser implementadas en la vida real; aplicaciones concretas para la industria y los laboratorios. Esto contempla la habilidad de vender ese proyecto y hacerlo rentable.

¿Por qué importa la innovación?

El mundo vive de la innovación. Los países desarrollados en general innovan tremendamente en muchos ámbitos, como en electrónica, Internet o industria farmacéutica. En Chile, en cambio, estamos más atrás. Creo que la única innovación chilena  a nivel mundial es Crystal Lagoons. Pero en tono menor también hay innovación en áreas como biotecnología,  minería, finanzas, incluyendo trabajos que se desarrollan en el ISCI. 
Cuál es tu opinión y visión sobre el rol de la institucional que debe promover el desarrollo científico, a propósito del eventual traspaso de Conicyt al Ministerio de Economía.

La institucionalidad en ciencia y tecnología actual no funciona bien. Hoy día no hay ninguna institución con poder y presupuesto que se haga cargo de mirar, en forma estratégica y sistémica, qué pasa con la investigación, el desarrollo y la innovación. De eso pagamos las consecuencias. Lo que pide la comunidad es que haya institucionalidad. La propuesta del ministro Longueira, de traspasar Conicyt del Ministerio de Educación al de Economía, sería una medida marginal, que en la comunidad científica se percibió como la intención de disminuir el apoyo la ciencia básica, enfocándose en el emprendimiento que sirva directamente a las empresas. En lo personal, no estoy de acuerdo con disminuir el apoyo a la ciencia básica, pero sí creo que la parte de innovación está mucho más débil y necesita más apoyo. Debe sí considerarse que -a diferencia de la ciencia básica en que hay madurez en el país- que la innovación requiere de elementos adicionales al apoyo financiero. 

Entiendo que la idea del ministro Longueira es parte de un plan mayor, que consistiría en convertir el ministerio en uno de ciencia y tecnología, lo cual de llegar a hacerse, adecuadamente, podría ser una solución.  

En el marco de la presentación de 16 centros de excelencia el ministro Pablo Longueira planteó que “los países que invierten en ciencia y tecnología no hacen esto porque sean países desarrollados o ricos, sino que han llegado a ser desarrollados porque entendieron en un momento de su historia, la importancia de invertir en estas disciplinas”. En este sentido

¿Crees  que la inversión que está haciendo Chile podría prever su paso al desarrollo en un horizonte de tiempo? 

Claramente es insuficiente un 0.5% del PGB para la ciencia, habría que pasar por lo mendos al 1%. La Academia de Ciencias acaba de hacer un estudio que indica cómo hacer la diferencia para aumentar un 0,5% en cosas que sean provechosas para el país, tanto en ciencia básica como en innovación. Hay espacio para invertir bien la plata, lo que no es menor, porque se necesita tener un sistema que sea capaz de absorber bien esta inversión. 

Está también el problema de los doctores del plan de becas. Van a empezar a llegar cerca de 600 doctorados y la preocupación es donde ponerlos. Las universidades tienes espacio limitado y el espacio hoy en las empresas, para profesionales con nivel de formación sofisticado, es menor. Creo que tal vez el problema no se pensó en forma integral, en la cadena de vida de la persona. Debe haber una compatibilidad entre el número de personas formadas con doctorado y la capacidad del país de integrarlas con desafíos de alto nivel.

¿Cuáles son las perspectivas críticas para el desarrollo en Chile y en particular para el desarrollo desde el punto de vista de la innovación?

Yo veo una buena derivada. El apoyo a la ciencia y tecnología ha ido creciendo, hay más conciencia, pero no vamos a la velocidad que quisiéramos. Aún estamos lejos del 1% de inversión del PGB y la innovación en la industria es débil. Hay áreas en las que Chile tiene ventajas comparativas para ser innovativo. El país podría producir maquinaria para minería en lugar de importarla. En astronomía en Chile, va a haber una inversión de 5 mil millones de dólares y se requerirá para mantención aproximadamente unos 500 mil anuales en tecnología que hoy se importa pudiendo desarrollarse acá. La capacidad técnica está en Chile, a nivel internacional.  

Estamos invirtiendo en C&T, se está buscando impulsar empresas más innovativas, se han creado los centros de excelencia que han tenido un buen impacto. Esa es la derivada positiva. Desde el punto de vista numérico, se dice que el desarrollo se alcanza en los 22 mil dólares de ingreso per cápita, estamos en 18 lo que no es tan lejos. Sin embargo yo lo veo bastante lejano porque en Chile hay dos países: un país desarrollado y uno subdesarrollado, esto se ve en la disparidad de ingresos y en la formación. Me parece que la innovación es una de las herramientas fundamentales para lograr el desarrollo, pero es algo que no veo en cuatro años, puede tomar quizás una generación.

A propósito de la segregación ¿Pueden la ciencia y la innovación ayudar a que el desarrollo sea hacia dentro, para lograr equidad?

La C&T no son pilares fundamentales de la equidad, porque pueden surgir desarrollándose basadas en sólo una fracción de la población. El día en que todos los colegios nacionales sean buenos, ahí vamos lograr equidad. El desarrollo pasa por la educación.

Política y ciencia en el mundo

Mientras en Chile, la presión ciudadana y del mundo científico ha movido a la autoridad a buscar un comité para definir la institucionalidad de la ciencia, previo a un eventual traspaso de Conicyt al Ministerio de Economía, en el mundo la relación política de la ciencia también se ve agitada. 

En España, producto de la crisis económica que embarga al país, rectores de sus cincuenta universidades públicas denunciaron en un manifiesto conjunto los recortes presupuestarios del Estado que, según el diario El Mundo, “han alertado del perjuicio para la docencia, la investigación y la innovación”. “Sin inversión en educación superior ni en I+D+i será inviable el funcionamiento de las universidades públicas y, sin conocimiento, no habrá progreso”, señala el manifiesto. 

Siguiendo con la estrecha relación entre ciencia y política, este 2012 en Estados Unidos, casi 70 premios Nobel de ciencia dieron su apoyo a la candidatura de Barack Obama en una carta abierta en la que concluyen diciendo: “Si crees, como nosotros, que el futuro del país está ligado de manera esencial a la ciencia y la innovación, te instamos a que nos acompañes en la tarea de garantizar la reelección del Presidente Obama”.



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